La
semilla de la destrucción que anida en cada humano enfrenta en la arena del
rock sentimientos encontrados sobre la belleza y el caos, la perfección y el
estruendo, la armonía y la distorsión, la lujuria y el sentimiento primigenio
que deviene del deseo de rasgar la piel y liberar la bestia interior.
Concurso rockumental abre sus puertas a un torneo de arte y sangre, en
el que las hachas eléctricas buscarán el más doloroso trino en la pugna por la
supervivencia del más apto. No se trata de gritar para ser escuchado, sino de
rasgar el velo de la realidad hacia un mundo interior de espesos acordes y
voces abrasivas que muerdan la conciencia.
La
contienda con el adversario no implica necesariamente una forma de odio, sino
el enriquecimiento mutuo por compartir armas en el campo de batalla, aunque las
trincheras sean opuestas.
Cuando no alcanza con lamer las heridas,
la capacidad de absorber los sonidos provenientes de sueños ajenos se
convierte en la llave que descubre el velo a la evolución. El poder de la
imaginación construye murallas que nos cierran a las energías ajenas, olvidando
que es esta la fuente de poder, amplitud y proyección.
Somos
testigos del acontecimiento que dejará un oscuro tatuaje en las crónicas del
rock. El rugido de las bestias y el entrechocar de sus cuernos nos recordarán
que bajo una duna de pólvora, cenizas y sangre, nuestro animal interior tiene
hambre de rock.
Vamos
a darle de comer.
Y
vamos a hacerlo entre todos.
Cambio y fuera.
Cezary Novek: Muy capo por tus letras respecto de la adrenalina derramada en el concurso. Lo mejor de todo esto es generar la camaradería que el rock necesita para subsistir. Un aplauso para tu poesía... y vamos por ALVACÍO hasta la muerte!!!!
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