Welcome to the jungle

  Había refrescado, pero los que estuvimos traspirando dentro de Monserrat pub ni nos enteramos. No cabía un alfiler.

  La noche abrió con la gente de Black Rose, una simpática banda de glam rock barrial. Hubo covers, temas propios, cambio de vestuario, una buena performance y hasta repartieron rosas negras entre las chicas del público. Todo un gesto. El baterista era muy bueno pegándole a los parches como haciendo malabares con las baquetas. Además, se parecía a Ben Stiller ¿qué más se podía pedir? El cantante, un personaje con botas, pantalones animal print, cabello batido y una voz aguda con mucha potencia al estilo Adrián Barilari. Conjugó un inglés agudo y glamoroso con acento y humor cordobés en los entreactos. Surreal.

  Siguieron los pibes de Alvacío, una banda muy interesante… con reminiscencias de System of a Down, Nine Inch Nails, Metallica y Rammstein. O por lo menos eso creí escuchar durante el período de oscuridad en el que tocaron. Impecables y profesionales, llevaron su propia iluminación, efectos, humo, escenografía. Lograron crear atmósfera y por momentos me pareció estar en Alemania, treinta años en el pasado, escuchando Bauhaus. Y todavía no mencioné que la mayoría de ellos no cumplió los veinte. Una hermosa sorpresa, la verdad.

  Después vino Uma. Una banda de la que me hablaron mucho pero que nunca había escuchado. Bueno, no tiene sentido que diga otra cosa excepto que la escuchen lo antes posible. Es una exquisita fusión entre jazz, funk, grunge y progresivo interpretada a un volumen atronador, con líricas oscuras y de alto vuelo. Se le criticó algo que yo alabo plenamente: que toquen para ellos. Creo que esa es una fórmula para salvar al rock. ¿Conectaron o no con el público? Conmigo sí y eso me alcanza. Capaz que al resto de los presentes se les hacía algo indigesta una música con ese nivel de complejidad a las cuatro de la mañana. Pero el ejercicio de escucha bien lo vale. Una última palabra sobre Uma (y no me importa parecer snob): qualité.

  Ciertas dificultades técnicas con el sonido del lugar demoraron la aparición de Goldstein Squirt hasta muy tarde. Un slash con pelo lacio. Un Axl con pelo corto. Un Jack Daniel’s para todos. Goldstein Squirt (que suena a lluvia dorada pero no lo es exactamente) cerró la noche de la misma forma que se abrió: con mucho sentido del humor. Tocaron temas propios y covers de Guns’n’Roses. Si no se equipararon en virtuosismo a las bandas anteriores, puedo apostar que superaron en carisma a la sumatoria de ellas. El baterista era una especie de Demonio de Tazmania rubio, totalmente fuera de control; el cantante tenía que ponerlo en su lugar tema de por medio. Y después estaba Slash, con el cigarro, la galera y todo. Me encantaría que toquen en mi cumpleaños.  Son la clase de muchachos a los que les harías el aguante hasta el final del recital solamente por tener el puro placer de ir a emborracharte con ellos.

  No pudo ser, tenía que irme. Apenas bajar del taxi, punta en mano, una criatura infrahumana me exigió que le entregue mis bienes. Lo desarmé y le aclaré que no me interesaba dañarlo, que sólo quería dormir. Sus camaradas vinieron por detrás y tuvieron que unir fuerzas entre seis para poder reducir al Azote de los Cárpatos (o sea, yo) por el tiempo suficiente como para desvalijarlo. La multitud de morlocks desfilaba apáticamente a ambos lados de la avenida. Los autos con parejitas asustadas hicieron lo mismo que el patrullero que estaba estacionado a veinte metros: absolutamente nada. 
   
  Welcome to the jungle.


Reportó: Cezary Novek

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