No quedó vacío sin llenar


La tercera ronda del concursorockumental en horario de matinée ya planteaba una dinámica diferente. A la que se le sumó un invierno que, queriendo caer con gris plomo sobre Abasto 44, encontró la caliente obstinación de los organizadores, las bandas y el jurado. (Un día de estos sale nota sobre la cofradía de los jueces, lo ameritan en grupete o por separado).
Black Rose dio el puntapié inicial. Y ya se sabe, no suele ser el más fácil. Pero lo resolvió a su modo, con una base musical ochentosa, cover de Skorpions incluido, y un solista que tiene una garganta privilegiada.
En lo musical se les complica porque tienen que lidiar con toda la historia, desde los ’80 hasta nuestros conflictivos e histéricos días.
Estética que se les perdona sólo a los grandes, pero que puede costar muy caro en un concurso en el que la consigna implícita aunque no sé si declarada, es presentar propuestas innovadoras.
No me decepcionó esta banda. Más allá de que pueda acordar o no con lo que mostraron, respiran y sudan rock. Creo que si definiesen algunos puntos borrosos con respecto a qué quieren seguir siendo y mostrando las cosas se le van a simplificar bastante. Sabemos que en una ciudad con pocos escenarios, como es la aldea cordobesa, se complica definir estilos.
Cymáticos acordó con el precepto de mostrar cierta originalidad, con un concepto aceptable desde lo musical, excelentes interpretaciones de cada uno de los temas. Pero se empastó en un sonido que no permitió entender las letras.
Y no es de exquisita. Si hay una letra es que hay algo para decir y ese discurso se tiene que entender.
De otra manera hay un bache importante que difícilmente se resuelve sólo desde lo musical cuando la propuesta es un combo. Si no se corre el riesgo de que la muestra desemboque en un vacío…


Paradoja en el nombre. Lo que se llena Alvacío no deja lugar ni espacio a la contaminación de cualquier miserable bacteria.
Lo que no es lo mismo que aséptico. Porque lo que no hay en estos músicos, es lugar para la esterilización del más puro rock. Por suerte.
Los chicos tienen un marcado compromiso con la música y la letra de lo que suben a mostrar en un show que me hacía pensar que si hubiesen nacido en yanquilandia sería de otro calibre con estos recursos. Cero indiferencia, cero neutralidad, y una suma de contenidos que hacen del rock una ideología, una filosofía, una estética, una religión. Que Alvacío, por suerte, se encargó de recordarnos a todos ( y que es lo que a mí, particularmente y a esta altura, me interesa de una banda).
Tengo que señalar una diferencia en un punto.Llevaron sus gentes que bailaron y cantaron todos sus temas. Pero los demás que nos habíamos pegado al escenario no pudimos dejar de sentir como nos estaqueba el temblor.
Por qué al lado del escenario? Fue como si un hilo invisible convocase a acercarse al ritual. Si te quedabas atrás te perdías la parte del conjuro que dice:”Oye, esto es rock y esto es sangre. Esto es pasión y vida y muerte. Y la promesa de la vida eterna”.
Alvacío es calidad musical con la intención de fundar una tendencia nueva, letras con poesía, voces impecables, que tienen que aportar para que se dé la evolución a un concepto propio y personal.
Definir el qué para que el cómo no resulte un camino ríspido en lo creativo, que tiene su punto de quiebre en el escenario.
Los chicos son lo que cantan, son lo que tocan. Tienen un espíritu que arrasa cualquier convención y se la juegan ahí arriba en un escenario que no les queda para nada grande.

Yo espero que sigan tocando, que no se dejen tragar por el aparato, ni por el entorno, ni por la mediocridad, ni el individualismo ambicioso que corroe los proyectos artísticos.
Y que sea como siempre digo, Larga Vida al Rock.


Babyblack compone temas con una tendencia hacia el grunge y un vocalista al que, inevitablemente, uno compara en su registro con Eddie Vedder. Volatile me sorprendió con la calidad interpretativa, pareja y sin estridencias que desacomoden llega a un crescendo impactante. Pasa algo parecido con Kill me now, no hay mucho lugar para la duda. Saben lo que quieren lograr y lo alcanzan sin distorsiones. Cosa que no es fácil en un género del rock que lleva a la comparación con las bandas reconocidas.
Babyblack tiene una fuerza interpretativa que conmueve, y que si diese una vuelta de rosca desde la estética en las presentaciones con algunos recursos de multimedia la dejaría a la par de las mejores. No porque la multimedia deba aplicarse sí o sí, pero en estos momentos es un discurso de imagen que suma a la lectura de la música, de lo que se escucha, facilitando el ritual.
Una banda que merece el reconocimiento de una ciudad que despierta al rock.

Reportó Catalina Adriana Giménez

No hay comentarios:

Publicar un comentario