Sangre, sal, metal y un rayo de luz



   Un aleteo negro jadeaba dentro de nosotros. Noche fría de un día interminable. Apenas llegar, el nerviosismo húmedo del ambiente me recibió con un cachetazo frío y dulce. Bandas de calidad, con fuerte inclinación por el metal industrial, el punk y la transversalidad discursiva.

   Karol DC abrió con un estilo atmosférico, que yo sintetizo como “goticomprometido”, conjugando en su particular propuesta sonidos densos y malhumorados con letras de denuncia muy bien trabajadas.  Hay una estética compartida y una interesante puesta en escena. Saben dar a conocer las personalidades individuales sin  dejar de lado lo que vinieron a hacer. Concluyeron con unas emotivas palabras sobre el caso de Lorena Aubán- la farmacéutica que fuera brutalmente asesinada en 2007- cuyo caso ha tenido un fallo polémico en días recientes. También nos acercaron gentilmente unos DVD con material de la banda. Excelente propuesta.

   Los muchachos de No es lo que parece subieron al escenario con túnicas sacerdotales y velas. Tocaron un tema y luego dejaron la oscuridad en un rincón, junto a las túnicas. No era lo que parecía, claro. Un estilo nacional, alegre y simpaticón. Llevaron una buena cantidad de seguidores y realizaron un despliegue notable. Un rayo de luz en una noche de sabor metálico como la sangre.

   Agua y tierra. Así de simples se definieron los Barro. Modestia aparte, estuvieron geniales. La forma en que conciben la orquestación de los instrumentos, el equilibrio en las influencias habla de una búsqueda muy clara acerca de lo que quieren decir, lo que quieren encontrar y cómo lo quieren contar. Destaca la forma que tienen de narrar diversas historias prescindiendo de la voz humana. Tocan de forma tal que uno completa las voces y los versos en su cabeza. Aplaudo otra vez y me quejo de que no pudieron tocar más tiempo.

   Con Tismo disfrutamos de un sabio cóctel entre metal, punk y una lírica épico-telúrica que despertaba el deseo de tomar un hacha o fusil para salir a combatir hombro a hombro con ellos. La furia de la batería (y esto en el contexto de una noche de baterías potentes) te hacía sentir como si una manada de caballos cruzase galopando por sobre tu cadáver. Parte de la batería y un micrófono se rebelaron contra los músicos, quienes tuvieron que domesticarlos a la antigua (el productor/director odia la propuesta medieval de los músicos que rompen escenarios, no le cuenten). Las voces, rabiosas por separado, armonizaron lindamente cuando hacían coros. Interesante.

   Barro y Karol DC no clasificaron. Muy a mi pesar, dejo constancia.

   Sobre el término y después de la descarga de poder vivo,  los músicos se veían más relajados, compartiendo tragos y gozando de la camaradería. Los Burdócratas fueron más heterogéneos: algunos nerviosos, otros durmiendo, otros bebiendo.

   Faltan pocos- muy pocos- días para la semifinal. Y la gente está al borde del foso donde habita la locura. Sólo basta un empujoncito, nomás.    

Reportó: Cezary Novek

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