Respiramos poesía, sangramos rock

BARRO x Gustavo Barrera

   Vinieron amigos míos, músicos y poetas. Y se quedaron hasta el final, haciendo patria. Buen signo. Parte genuina brindó un buen show, en donde se cruzaban el histrionismo del tecladista, con los arreglos de las violas y esas letras cadenciosas, sugerentes y por momentos abismales. Un amigo me dijo: ¿pero en dónde está lo atmosférico? En las palabras. Justo ahí. Como parte de la puesta en escena, hubo un gesto comprometido sobre la gente que no está y nunca fue encontrada. Una declaración de principios que es más que un decorado. Se le cortó una cuerda a la guitarra y Fabricio Moras de Barro tuvo el noble gesto de auxiliarlos. Convidar una cuerda de tu guitarra al violero en desgracia es un acto de amor. Porque también de códigos se construye el under. 

   Subieron los chicos de No es lo que parece, una banda agradable, con una performance enérgica y alegre. Continuadores de la mejor tradición del “rock nacional” (así, a secas). Un contingente de leales los acompaña a donde sea que vayan, coreando, agitando banderas y -a veces- participando demasiado del show. Le pusieron fiesta y calor a la noche con sus anaranjados sonidos. 

   El mismísimo infierno vomitó toda la lava sonora de su estómago cuando Barro empezó a tocar. En medio de la oscuridad, podía verse el polvillo respirando entre las grietas causadas por los arañazos de esas violas y los mazazos de la batería. Porque tienen la sabiduría de atormentarnos con el rugir de la bestia para después domarla a fuerza de armonía, poesía y elevación. Cuando estás tratando de recuperarte del comienzo, te acunan con acordes cristalinos que empujan a la abstracción y el éxtasis contemplativo. Y cuando te das cuenta, ya habían parado de tocar. Pero los seguías escuchando en tu cabeza. 

  Hacía falta un shoot (no un shock) adrenalínico para poder salir del ensimismamiento, porque alguna vez terminaría la noche y había que permanecer alerta para volver sano y salvo a casa. Fucking in the sidewalk se ocupó de eso. Potente,salvaje y divertida, como siempre. Una de las bandas que más cariño despiertan. Nos obsequió con la presencia de Guido Valdés en calidad de bajista invitado. El es bajo estable de Fly Compania, otra banda concursante y competidora del mismo rubro punk (pero que abandonó antes de enfrentar las semis). Lo cual no dice poco sobre el espíritu de este concurso que exacerba la animalidad más sanguinaria y las emociones más extremas, pero siempre arriba del escenario. Tras bambalinas, se descubren pequeños florecimientos de camaradería que hacen pensar en los guerreros espartanos, en los gladiadores que luchaban por su libertad, o en los idealistas caballeros cruzados. 

   Porque la furia por sí misma no es más un neumático en llamas. Sólo encauzada en un fin noble puede elevarse a la categoría de fuego creador. La noche del 25 de mayo vivimos momentos rock de diferentes vertientes, entretejido con actos de fraternidad espontánea que armonizan bellamente con el espíritu de patriada. 

   Es el rock que queremos, que nos traslada por todos los paisajes mentales y emocionales posibles mientras mantiene la esperanza de esculpir un mundo mejor a través de la expresión creativa. Hacer rock de esa manera es una hermosa forma de hacer Patria. Respirando poesía, sangrando rock.

reportó: Cezary Novek

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